Carmen
tiene 30 años, 3 hijos y 1 esposo. Carmen tenía 30 años, 3 hijos y 1 abusador.
Carmen ya no tiene esperanzas, aún tiene 3 hijos y aún sigue con su verdugo. Carmen
tiene 30 años y tenía un sueño y soñó e intentó ir a la universidad y entonces no
logró tener lista la comida a las 6:00pm cuando Raul llegó del trabajo
apestando a alcohol. Carmen sufrió quemaduras de tercer grado con una olla de
aceite hirviendo y fracturas en 2 costillas. Carmen llora en la consulta y se rehúsa a denunciar porque no puede mantener a sus hijos. Carmen tuvo 18 años,
un padre abusador y una madre que lloró en silencio. Carmen creció creyendo que
lo peor que una mujer podía hacer era acabar un matrimonio porque las mujeres
estaban en el mundo para amar, callar y atender. Carmen cree que dios no le
perdonará si se separa de Raul. Carmen ahora tiene cicatrices, cicatrices en el
rostro que quedarán porque Carmen no tiene para un cirujano plástico. Carmen
ahora tiene cicatrices, cicatrices en eso que llamamos alma, cicatrices en su
esencia. Carmen ya no es Carmen. Como Carmen hay miles.
Sara es ama de casa, tiene 27 años, tiene 2 hijos, Santiago y Mariana. Sara estudió Ingeniería química pero en 7 semestre quedó embarazada y se casó con Carlos quien se graduó como Ingeniero químico. Sara nunca pudo terminar su carrera profesional. Sara vive en un apartamento estrato 6, sus hijos van a prestigiosos colegios y Carlos trabaja en una prestigiosa empresa. Carlos dice que ella no tiene por qué volver a estudiar porque él para eso trabaja duro, para cumplir sus caprichos. Sara le ha pedido a Carlos que sirva como fiador para un crédito universitario porque ella quiere terminar y así el no tiene que darle el dinero, ella puede trabajar en cualquier cosa mientras tanto. Carlos dice que es una idea estúpida que al fin y al cabo ella no era inteligente en la universidad y mucho menos lo va a ser ahora. Carlos dice que la función de Sara es sonreír en los eventos sociales y mantener a los niños felices. Sara no tiene cicatrices en su rostro pero Sara es sólo otra versión de Carmen.
En la Colombia urbana, solo el 43,1% de la población femenina realiza trabajo remunerado; la mayoría de las mujeres están demasiado ocupadas en cocinar por la mañana, lavar por la tarde y de noche dedicadas a satisfacer al marido. Obligadas a ser esposas sumisas, la mayoría son dependientes y maniatadas sin tan solo tener conciencia de ello.
Soy mujer y en algún tiempo fui Carmen y si hubiese nacido en otra época, otro país o siquiera en otra familia, apenas sabría leer pero la cosa no tendría importancia porque tendría un montón de niños que cuidar y desde luego ningún tiempo que perder en ensoñaciones inútiles. Pero ese no ha sido mi destino. Valoro mi suerte y trato de hacer honor a ella.
En la Colombia urbana, solo el 43,1% de la población femenina realiza trabajo remunerado; la mayoría de las mujeres están demasiado ocupadas en cocinar por la mañana, lavar por la tarde y de noche dedicadas a satisfacer al marido. Obligadas a ser esposas sumisas, la mayoría son dependientes y maniatadas sin tan solo tener conciencia de ello.
Soy mujer y en algún tiempo fui Carmen y si hubiese nacido en otra época, otro país o siquiera en otra familia, apenas sabría leer pero la cosa no tendría importancia porque tendría un montón de niños que cuidar y desde luego ningún tiempo que perder en ensoñaciones inútiles. Pero ese no ha sido mi destino. Valoro mi suerte y trato de hacer honor a ella.


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