12 jun 2011





Calentamiento global ha dejado de ser un término a la deriva, investigaciones científicas nos han demostrado con evidencias el punto al cual ha llegado el planeta, o bien, al cual lo hemos llevado por una vida de confort, por una existencia fundamentada en la economía, un mundo en el que nuestro pensamiento capitalista, oportunista y ambicioso, nubla la realidad, y nos lleva a tomar decisiones basadas en el rendimiento económico, no nos podemos justificar en la ignorancia o la falta de información, el daño inminente que sufre la naturaleza es de nuestro total conocimiento, sin embargo desde la revolución industrial y con la desenfrenada búsqueda del “progreso” y la tecnología, este se ha incrementado a un velocidad sin precedentes, hemos basado nuestra vida cosmopolita en una explotación indiscriminada de recursos naturales como si estos fueran inagotables y buscando minimizar el esfuerzo y optimizar la explotación de ellos, los cimientos del sistema que tenemos descansan sobre los llamados combustibles fósiles, estos se han convertido en un arma de doble filo, y aunque se obtienen grandes beneficios y regalías, el costo marginal social es enorme, Mark Sommer, columnista estadounidense, habla de una obsesión por el bienestar que exige numerosas externalidades, un sistema económico y político donde los países desarrollados aumentan su nivel de vida a costa de los demás.

Es allí donde radica el fondo de la crisis ambiental, en el poder, en el fin que justifica los medios, Leonardo Di Caprio como presentador del documental “La última hora” cuestiona, sí sabemos de la crisis ecológica, ¿porque no hacemos nada?, ¿cuáles son las fuerzas que impiden el cambio?, a esto Tom Linzey, Director ejecutivo de Enviromental Legal Defense Fund, responde que nos falta autoridad para convertir las ideas de desarrollo sostenible en leyes. Nos preguntamos, ¿Por qué los gobiernos no hacen nada?, y la respuesta está en el dinero, los políticos están respondiendo a los que tienen el control, y son las industrias de combustibles fósiles quienes reportaban hasta el 2005 activos de 33 billones de dólares, de modo que son un poder superior, y manejan dinero que no tienen organizaciones como Greenpeace y otros activistas y científicos ambientalistas.

Es necesario reconocer que somos parte de la naturaleza y que necesitamos estar en armonía con ella, por encima del crecimiento económico debemos reconocer que el desarrollo sostenible no es una elección, es una obligación y es nuestra única salida, convertir las ideas en leyes, fundamentarlas, cambiar los métodos de producción y optimizar realmente la economía, en tanto que trabajemos con el medio ambiente no a costa de él. Pues ciertamente le debemos mucho a este, estudios estiman que realizar todo lo que la naturaleza hace por nosotros costaría cerca de 35 mil millones de dólares, pero incluso con todo esto frente a nuestros ojos, seguimos cegados por la codicia, por el sistema capitalista y el consumismo que nos presiona a consumir, ganar y comprar, una circulo vicioso que nos mantiene anestesiados de las demás realidades, y hace que nuestra forma de pensar sea nuestro mayor enemigo.

Sí bien hemos detectado la falla ideológica que poseemos, indefectiblemente debemos repararla mediante una conciencia mucho más allá del valor del dinero, usando un pensamiento colectivo, es decidir captar las eco-alternativas que los diseñadores nos proponen, construyendo una nueva economía basada en la energía renovable, está todo en nuestras manos, ser salvados por las ideas o condenados por la codicia.

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