3 mar 2013


En algún momento nos llega la lucidez, una ráfaga de claridad bastante oportuna en medio de una vida llena de sucesos desatinados, estamos en un punto, hace un tiempo estábamos en otro, y moverse está bien, avanzar es algo maravilloso, pero cuando volteas a ver y te das cuenta que has estado bajando por la montaña que deberías estar subiendo, comprendes que has tomado el camino equivocado pero no puedes culparte por equivocarte, por irte por el sendero de ensueño que idealizaste, no tiene nada de malo arriesgarse incluso cuando se termina con el corazón roto o la rodilla cicatrizada, esas heridas sanarán y te servirán para hacerte un tanto más sabio o menos ignorante, te recordarán la dualidad de la existencia, la coexistencia entre la felicidad y la tristeza, el ying y el yang, lo bueno y lo malo, la delgada línea entre amar y odiar.

La gran diferencia entre las personas fuertes y las personas débiles no es que de los ojos de unas no broten lágrimas, no es que las primeras sean inexpresivas, no es la construcción de fuertes indestructibles en torno al corazón, la diferencia es que las personas fuertes caen, se sacuden, sanan y se levantan, se levantan cada vez con la frente más en alto porque son conscientes de todo lo que han ganado al arriesgarse, porque saben que no se puede aprender sin errar y no se puede encontrar el verdadero amor sin pasar por el desamor.

El viaje a través del amor apasionado y temporal es arriesgado, es como andar en cayac, es toda la pasión, el placer y la sensación de felicidad que proporciona la adrenalina pero es a la vez el riesgo de quedar atrapado en un remolino y ser consumido absolutamente por él, es el encuentro cara a cara con la muerte, la muerte de tu ser porque se puede terminar aferrado al amor toxico solo por el placer del dolor, se puede terminar miserable todos los días de la vida pero con la falsa sensación de confort que genera no abandonarse y es ahí, cuando se ve todo el panorama, que resulta mejor correr, huir, no por cobardía sino por sabiduría.

De esta batalla campal no se sale ileso pero es un gran logro salir vivo y con esperanza, con la esperanza de volver a creer en ese amor del que tanto hablan, del que tanto hablamos y buscamos porque creemos que nos hará sentir completos pero si no estamos completos antes de encontrarlo, terminaremos acabados en el campo de batalla.

0 Comments:

Publicar un comentario

Links

Categories

 

Copyright 2010 Epílogo de una mente.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.